Guión : Fabcaro Dibujos : Didier Conrad |
Editor : Salvat Primera edición en álbum : 23 de octubre de 2025 |
De camino a Lusitania, por Tutatis!
¡Han viajado en todas direcciones! Rumbo al norte, al sur y al este, y un poco menos hacia el oeste… En numerosas ocasiones, Astérix y Obélix se han ausentado de su aldea de Armórica para emprender viajes a lugares más o menos distantes. En esta aventura número 41, ¡van a Lusitania, el lugar conocido en la actualidad como Portugal!
Todo comienza una hermosa mañana de primavera. Un lusitano llamado Venagaes llega a la aldea en busca de los irreductibles. Aunque su acento es particular, su petición es muy clara: Venagaes necesita la ayuda de los galos para librar de un buen apuro a su amigo Aversivés, ¡un productor de garum acusado de tratar de envenenar al mismísimo Julio César! Todo esto tiene pinta de ser una maquinação, y la ayuda de los galos (y de su poção mágica) les vendrá como agua de mayo para solucionar este desagradable asunto.
Trasladados a Lusitania por el mercader fenicio Espigademaíz, Astérix y Obélix (e Ideafix) se disponen a conocer una nueva cultura y, a pesar de los villanos y los traidores que no cejarán en su empeño de frustrar su misión, nuestros valientes héroes contarán con la ayuda de sus amigos lusitanos con el fin de restaurar la justicia.
Un mítico jefe lusitano
En el álbum, se hace referencia varias veces a Viriato (180-139 antes de Jesucristo), un pastor convertido en guerrero cuya importancia pervive en la cultura portuguesa. La evocación a este valeroso caudillo militar puede recordar a la que planea en el álbum El escudo arverno, en el que los galos parecen aún afectados por la capitulación de Vercingétorix. La caída de Viriato se debió, según se cuenta, a una traición de sus propios amigos, y la constatación de esta infamia se plasma en el álbum a través de Malasartes, un personaje detestable que hace honor a su nombre… En cualquier caso, Viriato está a la altura del Vercingétorix lusitano, ¡el jefe de una nación que resistió heroicamente a los invasores romanos!


Artes culinarias y otros banquetes
Los viajes proporcionan la oportunidad de degustar las especialidades locales, algo para lo que siempre se puede contar con Obélix. Indignado por el garum, una salsa de pescado cuya existencia le parece una auténtica barbaridad, nuestro amante de los jabalíes se queda un poco decepcionado con el bacalao que le sirven para cenar a su llegada a Lusitania. Pero cuando conoce a Gama, una talentosa cocinera, por fin Obélix descubre los placeres culinarios locales. Aparte de la gastronomía, este viaje a Lusitania permite a Astérix y Obélix experimentar de primera mano la cultura de la hospitalidad y la amable acogida a la lusitana. Nuestros héroes regresan a la Galia con una punzada de tristeza en el corazón…, ¡después de un último banquete lusitano, por supuesto!
Una extraña melancolía
Para caracterizar a los lusitanos, el guionista Fabcaro pensó en la melancolía, ese sentimiento que hoy se conoce como saudade, una mezcla de tristeza y alegría, nostalgia, derrotismo y esperanza… Se trata de una relación con el mundo que se expresa a través de comentarios que sitúan un poco entre dos aguas, si bien es sobre todo en la música donde se manifiesta esa melancolía tan particular, por ejemplo, con las conmovedoras canciones con las que Amalia les da la bienvenida a Astérix y Obélix a Lusitania, sin olvidar las que los lusitanos entonan para desanimar a los romanos cuando se disponen a perseguir a nuestros héroes. Bastan unos cuantos versos cargados de esa melancolía para que el ejército romano de repente pierda la moral y se percate de lo absurdo de su condición… ¿La música amansa a las fieras? Parece que los lusitanos lo tenían clarísimo ya en el 50 antes de Jesucristo…

Manuel NEVES, Doctor en Antropología Social e Histórica de l’École des Hautes Études en Sciences Sociales
¿Qué nos puede contar sobre Lusitania y su gente?
Las primeras referencias a los lusitanos en fuentes grecorromanas hablan de un pueblo que ocupaba la zona montañosa de La Estrela y sus alrededores, en el centro y norte del actual Portugal. Estas tribus preceltas, gobernadas por una rica élite guerrera, vivían en fortificaciones residenciales conocidas como castros. Las comunidades que ocupaban zonas de gran altitud favorecieron la cría de ganado y la recolección, mientras que las de las llanuras se beneficiaron de una agricultura más rica y variada.
¿Qué lugar ocupaba Lusitania en el Imperio romano?
Con la progresiva conquista de la península Ibérica se creó Lusitania como provincia romana. Su importancia para el Imperio proviene de sus múltiples y abundantes recursos minerales: Lusitania era considerada una de las principales fuentes de oro para Roma. La producción de estaño en la zona costera lusitana contribuye, por ejemplo, al establecimiento de rutas comerciales marítimas con el Mediterráneo. Como podemos ver, en menos de un siglo de romanización, Lusitania se convirtió en un territorio indispensable dentro del Imperio romano.


¿Podemos establecer paralelismos entre los galos y los lusitanos ?
Desde luego. Para empezar, comparten enemigo: Roma. Ambos pueblos tienen también un jefe carismático: como Vercingetórix a los galos, Viriato condujo a los lusitanos a una revuelta que duró ocho años y entró en los anales de la Historia. El Imperio solo lograría deshacerse de este fino estratega traicionándolo, pues fue asesinado mientras dormía. Otro punto en común que merece la pena apuntar: fue Julio César quien derrotó a los lusitanos en el año 60 a. C. Haría lo mismo en la Galia diez años después.
Siguiendo la tradición establecida por René Goscinny y Albert Uderzo, esta nueva aventura de Astérix viene acompañada de una puesta en escena original que parodia las entrevistas promocionales en los medios.
Ya en los años 60, los autores imaginaron viñetas promocionales inspiradas en el mundo de la televisión: en 1964, El combate de los jefes fue anunciado mediante una rueda de prensa dirigida por Abraracúrcix, con un estilo muy gaullista; en 1965, Astérix en Bretaña presentó al héroe entrevistado por un presentador ficticio inspirado en Pierre Desgraupes; y en 1970, Astérix en Helvecia se introdujo con una parodia del programa Le Francophonissime, con Pierre Tchernia como maestro de ceremonias.
Esta tradición continúa hoy con Astérix en Lusitania. Fabcaro y Didier Conrad han elegido un formato contemporáneo: un breve vídeo en línea, a modo de entrevista poco convencional, en el que el entrevistador permanece invisible. Fieles al espíritu de la serie, los dos héroes se enfrentan a la regla del silencio impuesta por el embargo editorial. Uno intenta respetar las instrucciones, el otro casi traiciona… pero el misterio sigue intacto.


